
Salida de la Ultramaratón Internacional del Pacífico 50K – 2015.

La medalla ganada en la Ultramaratón 50 kilómetros.
No hay destino, se hace al correr.
Por César Pérez Méndez
Cada carrera es una aventura, pero 50 kilómetros es más que eso: es un desafío, una locura, un anhelo, sueño, reto mayor, colosal recorrido y mucho más. Es tocar el cielo desde la tierra.
Cada quien tiene una respetable experiencia. Esta es la mía. La emoción no comienza en la salida, es de muchos días antes. Desde que lo piensas, desde que te inscribes. Desde que entrenas. Hay duda en lo físico, pero hay certeza desde el corazón y la mente. Es un trabajo en equipo: cuerpo, mente, corazón y alma, de no ser así, nunca hubiera llegado.
Es un reto para los hombres y mujeres de maíz.
La Ultramaratón Internacional del Pacífico 50K la corrí con el número 37, casualidad o presagio de algo bueno. No hay destino, se hace al correr. Nunca antes había vivido una Ultra, lo más habían sido 21 kilómetros, en las famosas medio maratones: Cobán, Max Tott, Xela21K, Las Rosas, Atanasio Tzul, entre otras. Eso sí, había entrenado fuerte hasta 30 kilómetros de un solo jalón.
Llegó el esperado domingo 18 de octubre de 2015. Estaba anotado en la agenda salir a las 3 de la madrugada. Punto de Salida: Pradera Escuintla. La meta allá a la orilla del mar, en el centro comercial El Manantial, Puerto de San José.
Desde la salida el clima se veía mal, gris, pero el ambiente era todo lo contrario, positivo y entusiastas todos. Antes de salir, hubo una oración fuerte, cada uno pidió conforme su fe, pero todos nos encomendamos y pedimos fuerzas adicionales al Todopoderoso.
Aún estaba obscuro. La mayoría con lámparas en la gorra y reflectivos. Entre las recomendaciones de los organizadores era no quedarse solo, porque la serpiente de corredores cada vez se alargaría y así fue. Sin embargo, al kilómetro 5 la lluvia comenzó a ser más fuerte, pero mientras más llovía, más queríamos avanzar. Para entonces, ya éramos un equipo de siete corredores, tres mujeres y cuatro hombres. Así cumplimos los primeros 21 kilómetros. Buen paso. Uniforme. Motivados.
A partir de entonces, esto se fue desgranando. Nos fuimos quedando y ellas avanzaron. En esta prueba colosal, debo reconocer que las mujeres aguantan más. El sexo débil es fuerte en el asfalto. Quizás sea el coraje que llevan dentro, porque es una batalla que se gana desde los latidos.
Al rebasar los 30 kilómetros la cosa se pone dura. La respiración cambia. Pero ahí seguimos. Hay mucha solidaridad y porras entre los que corremos. Todos nos apoyamos, hasta con lo que llevamos para comer e hidratarnos. Que Dios bendiga a las personas que sin conocernos, nos comparten.
Llegar a los 42 kilómetros es la antesala al cielo, pero aún faltan 8 kilómetros y son los más difíciles. El aguacero no cesa. Ya son horas y el cuerpo ya no siente nada más que el calor hecho vapor bajo la lluvia.
Comienzan a pesar los pies, la resistencia está al máximo. Además de llegar a la Meta uno quiere que no le pase nada, porque en el camino vas viendo que los compañeros vomitan, unos se acalambran y hasta los hombres lloran de dolor y ansias por llegar. Es la pasión puesta de manifiesto. A flor de piel.
Aun siento fuerzas, pero voy cansado, cuando paso el kilómetro 45, sé que voy a llegar porque pienso que atrás han quedado muchos kilómetros y calorías. Un sorbo de agua es como un respiro profundo. Un pedazo de fruta es como un manjar. Ya falta poco.
Sigue la pertinaz lluvia. Muy fuerte. Pero eso me hace rudo. Ya no se siente nada. Sé que voy lento, pero seguro, avanzando. No he parado para nada, no he caminado ni cinco pasos. He corrido desde el inicio. He planteado mi propia estrategia y ha funcionado. He comprobado que soy un hombre de maíz y descendiente de los mayas. Por fin, cruzo la Meta, levanto las manos, en señal de triunfo, pero también de agradecimiento a Dios por darme la fuerza. Misión personal cumplida. Siento haber ganado una medalla “olímpica personal”, porque vale oro.
Nos vemos en la próxima. Estas palabras son dedicadas a tod@s l@s Ultras de corazón.

En los últimos metros de la Ultramaratón Internacional del Pacífico 50K.

Llegando a la META de la Ultramaratón Internacional del Pacífico 50K.

Ultramaravillosa experiencia correr 50 kilómetros. Siento haber ganado una «olímpica personal».

Contactos del autor:
https://www.facebook.com/ceperezmendez
@ceperezmendez